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domingo, 17 de octubre de 2010

ODE ON SOLITUDE

Feliz el hombre cuyos deseos y cuidados
al predio paterno están ligados,
contento de respirar su aire natal
en su propio lugar,
cuyos rebaños le dan leche y vestido;
sus campos, pan;
sus árboles, sombra en verano,
en invierno fuego.
Bendito aquél que sin desvelo,
las horas, los días y los años ve deslizarse
con salud, serenidad, sosiego
durante el día, sueño profundo de noche,
el afán y la tranquilidad fundidos,
la dulce holganza y la inocencia,
que más gratos son
con la meditación.
Dejadme así vivir inadvertido, desconocido,
dejadme así morir sin lamentos,
y del mundo huir, sin que ninguna lápida
diga dónde descansan mis restos
Alexander Pope