blog

viernes, 19 de diciembre de 2008

SAN SEBASTIAN

Antes de dar por cerrada una vida tomo un último aliento y respiro el aire necesario para no hacer más larga su existencia.
Un ultimo aliento que duro un instante, un instante que puede llegar a ser eterno, un instante agónico y lleno de esperanza, un instante para ver el final, el descanso ansiado.
Su cuerpo dejaba de producir existencia, se hundía lentamente en el mar de los olvidados, lentamente,...
Justo antes de sentir el fulminante golpe de la muerte, sin saber la razón, sin quererlo, paso ante su recuerdo un instante, un momento, unas imágenes, unas palabras. Sin importarle si lo que se produjo era real o imaginado sintió un nuevo hálito de vida que lo impulso unos segundos a recordar.

Una sonrisa le invadió y sus ojos recobraron un brillo de una alegría celeste...

...El blanco de los azulejos de aquella cocina le producía una sensación de protección que le hizo en última opción tomar la decisión impulsiva de esconder su cuerpo de la vista de Emma.
La cara de pánico se apoderó de aquel niño a la edad de doce años.
Entre el revuelo causado por la búsqueda ansiosa de Emma, gritos, pasos acelerados, preguntas desesperadas, aquel niño levanto su fortaleza en el hueco donde se colocaba el cubo de la basura, entre el blanco de los azulejos, y los restos de serrín en el suelo, aterrorizado ante los gritos desesperados de Emma.
Nadie encontró los restos del pequeño, salvo su padre que lo miraba con una sonrisa de complicidad desde el otro lado del mostrador de la cocina.
Abrazando fuertemente sus piernas, sin producir ningún sonido que le delatara, cerro los ojos antes de mirar en silencio a su padre con gesto de pánico. Esperaba que todo pasara cuando antes, solo tenia que esperar, segundos, minutos, horas,...

Cuando abrió los ojos todo estaba en calma, demasiado, tanto que decidió incorporarse y salir de la cocina, hasta el patio.